España: ¿Cómo fomentar las soft skills desde el colegio? Estas serán las competencias que deberán tener los profesionales del futuro
Pensamiento crítico y pensamiento creativo: las dos habilidades que más se demandarán.
Tener habilidades técnicas excelentes no es suficiente: cada vez más sectores profesionales demandan las ya conocidas "habilidades blandas" o soft skills. Se trata de un conjunto de aptitudes que, pese a que en algunas personas pueden ser innatas, en la mayoría de los casos se entrenan y trabajan. Según el World Economic Forum, el pensamiento analítico y el pensamiento creativo serán las competencias más demandadas en 2027, aunque también se prevé un crecimiento de habilidades como el liderazgo y la influencia social, la curiosidad, la colaboración o el aprendizaje permanente. Esto tiene que ver con un proceso de transformación constante en el sector laboral: según el Informe sobre el Futuro del Empleo 2023, se espera que alrededor de un 23% de los puestos de trabajo cambien de aquí a 2027, con la creación de 69 millones de nuevos empleos y la eliminación de otros 83 millones.
El déficit de competencias de los trabajadores será uno de los principales obstáculos para que las empresas puedan hacer frente a esta transformación, razón por la que las compañías ya están diseñando y ampliando sus programas de formación para abordar esta brecha de habilidades. El mismo informe señala que 6 de cada 10 trabajadores tendrán que formarse para estar al nivel y disponer de estas capacidades. Ante este panorama, el papel de la educación es clave: el desarrollo de las habilidades blandas debe empezar desde el colegio.
Kate Kelly, subdirectora de Secundaria y coordinadora académica del Diploma de Bachillerato Internacional en de The British School of Barcelona (BSB), así lo explica: "Hace ya varios años reconocimos que puesto que nuestros alumnos se graduarán en un mundo que está en constante evolución, era preciso poner en práctica un enfoque educativo que fuera más allá de asegurar excelentes resultados en los exámenes, y que fomentara desde pequeños aquellas habilidades que les ayudaran a adaptarse a las demandas cambiantes del mercado laboral. Queríamos equiparlos con una actitud positiva hacia su aprendizaje, hacerlos más independientes, fomentar el pensamiento creativo y crítico, y dotarlos de la flexibilidad necesaria para encarar el futuro".
De la teoría a la práctica: ¿Cómo se desarrolla un modelo educativo basado en habilidades blandas?
De la mano de Guy Claxton, destacado catedrático de educación y experto en ciencias cognitivas, The British School of Barcelona ha desarrollado un modelo pedagógico donde las habilidades blandas son el eje del aprendizaje en todas las áreas de actividad y en todas las etapas educativas. Se han definido 9 hábitos de aprendizaje clave, como la curiosidad, la organización, el pensamiento crítico o el liderazgo, englobados en cuatro áreas: compromiso emocional, habilidades estratégicas, pensamiento independiente y habilidades de colaboración. Estas aptitudes a largo plazo son las que mantendrán a los jóvenes listos para afrontar cualquier tipo de up-skill o re-skill necesario que requiera el mercado laboral. Desde el colegio internacional comparten algunas de las técnicas que han implementado para llevar a cabo este modelo:
Adaptar el modelo pedagógico a todas las edades: se ha desarrollado una 'matriz' de hábitos de aprendizaje en todo el colegio, desde Infantil, pasando por Primaria y Secundaria hasta Bachillerato, con ejemplos concretos de actividades para promoverlos y desarrollarlos en cada etapa, asegurándose de que están relacionados con los contenidos de cada asignatura, y de que se trabajan de forma interrelacionada, no de forma aislada. En este proceso se ha formado y ha participado todo el profesorado.
Fomentar la participación activa de los estudiantes: lejos de ser sujetos pasivos en el aula, se anima a los alumnos a trabajar las materias de una forma más personalizada, con mayor autonomía y poder de decisión sobre su aprendizaje. De esta forma, "logramos que sean más independientes, que estén intrínsecamente más motivados y que desarrollen aptitudes más duraderas que el puro aprendizaje memorístico para una prueba o examen concretos", explica Kate.
Aprendizaje colaborativo: los alumnos tienen más oportunidades para trabajar en parejas y en grupo, fomentando así el aspecto social del aprendizaje. Cada grupo tiene un rol claramente definido con responsabilidades concretas para explorar determinados aspectos de la asignatura, que luego comparten con el resto del grupo. "Valoramos que era necesario desarrollar las habilidades de colaboración, las ganas de aprender de otros compañeros y de formar parte de un equipo de trabajo, ya que es así como probablemente tendrán que trabajar cuando se gradúen."
Mayor autoestima y confianza: al estar más motivados e implicados en su aprendizaje, los alumnos comprenden que pueden lograr sus objetivos si dedican tiempo, esfuerzo y práctica para mejorar en aquello que se propongan. Las aulas se convierten en lugares donde se anima a los estudiantes a experimentar, correr riesgos y equivocarse, para que así puedan continuar aprendiendo. "Hay mucho menos de '¿esto entrará en el examen?' y más un sentido de cultivar la curiosidad intelectual", explica Kelly.
Ejercicios de reflexión: para garantizar la efectividad de este enfoque, se recaba la opinión de los propios alumnos. Según explica Kate, "Antes de cada evaluación, a menudo les solicitamos que hagan una pausa y reflexionen sobre sus puntos fuertes como estudiantes y los de sus compañeros, señalando las áreas en las que detectan puntos de mejora", ya que los hábitos de aprendizaje se incluyen en los informes como 'actitud hacia el aprendizaje'".
Foco en el crecimiento constante y no en los resultados: se inculca una psicología positiva en la que se valora el progreso, y una actitud resiliente, sin miedo al fracaso. Se trata de fomentar una cultura del aprendizaje de por vida, muy en línea con el entorno complejo y cambiante al que deberán hacer frente.