Tendencia digital de desinfluencia reta el consumo de internet

La desinfluencia, un fenómeno creciente en redes sociales, ha surgido como una reacción contra el consumo impulsado por los influencers tradicionales. En lugar de recomendar productos, los "deinfluencers" fomentan un enfoque crítico hacia las compras, sugiriendo a los usuarios reconsiderar sus gastos y reducir su impacto ambiental.

Este movimiento de "anti-influencia" ha ganado fuerza en plataformas como TikTok, donde el hashtag #deinfluencing acumula más de mil millones de visitas. Los defensores de esta tendencia no solo critican productos innecesarios, sino que también abogan por el “núcleo del subconsumo”, una filosofía que promueve reutilizar y optimizar lo que ya se posee, en contraposición a la cultura de consumo constante.

El auge de la desinfluencia evidencia una contradicción latente: aunque busca desafiar la influencia comercial de las redes sociales, también genera una nueva forma de engagement en esas mismas plataformas. Estos movimientos contraculturales intentan usar la infraestructura digital para difundir sus mensajes, aunque luchar contra el consumismo desde dentro de las redes tiene limitaciones claras.

Además, algunos creadores de contenido han adoptado un estilo de vida “minimalista”, animando a su audiencia a comprar con moderación y reparar artículos, aunque también enlazan con sus propias marcas y servicios, lo que pone en tela de juicio su total independencia del modelo de influencia comercial.

Pese a estas paradojas, la desinfluencia ha ganado adeptos, impulsando una conversación necesaria sobre los límites del consumo digital.